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Capítulo 1. Vida.

  • Foto del escritor: Hiiro no Mirai
    Hiiro no Mirai
  • 26 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

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Liz Kepler tenía una gran duda con respecto a qué carrera elegir al graduarse de la secundaria, como toda joven se encontraba perdida e insegura sobre qué rumbo tomar, desde niña fue una erudita innata, por lo que tenía dotes extraordinario para cualquiera a su edad. Su madre le pedía que estudiara medicina para que ejerciera junto a ella en el hospital y aunque le fue muy bien en sus pruebas preliminares, ella decidió no seguir los pasos de su madre tras una experiencia extracorpórea que vivió durante un accidente en su último año de preparatoria.


Sin mencionar el hecho de que su pasión no estaba en la entrega o la dedicación a los pacientes, se hallaba en el descubrimiento y la investigación por lo desconocido; así que a último momento, tomó el camino que le inculcó su padre antes de morir en un accidente de auto. Liz a pesar de querer probar con la pseudociencia, finalmente optó por una carrera que contase con datos cuantificables, sin embargo, se permitía jugar con ambos y al hacerlo, tanto profesores como alumnos le veían extrañados sin poder ocultar una gran impresión por sus audaces y acertadas respuestas en clase.


Liz era una joven particularmente extraña, eso no era un secreto para nadie que la conociese, a muchos les parecía supersticiosa por lo que en múltiples ocasiones las personas la evitaban, incluso asegurando que la causa era el aura que de ella emanaba; muchos la consideraban una mujer entusiasta, independiente, dispuesta siempre a colaborar, dulce, una persona angelical, bastante puritana para su edad; era una mujer agradable y al hablar de lo que le gustaba no había quien podría callarla siendo así una testaruda sin igual, sin embargo, habían otros que la miraban con ojos envidiosos, llenos de deseo u odio, deseaban verla caer sin importar el cómo o el porqué, simplemente querían que todo fuese mal en su vida.


Liz nunca se percataba de aquello, siempre estaba ocupada cuidando de su hermana menor por lo que los rumores nunca llegaban a sus oídos y de hacerlo, simplemente les ignoraba pues no le interesaba saberlos.


Desde la muerte de su padre (hace once años atrás), Liz se responsabilizó de algunas cuentas de la casa como el agua, la luz y el gas. Sin que su madre se diera cuenta, Liz colocaba el dinero de sus trabajos extras que vendía a otros estudiantes en la cartera de su tía, quien las cuidaba a ella y a su hermana recién nacida, luego su tía Lucinda le entregaba el dinero a su hermana quien realizaba dos turnos en el hospital para estar ocupada y no tener tiempo para pensar en la reciente pérdida de su esposo. La madre de Liz a la larga tuvo problemas al pagar una deuda de la residencia universitaria, así que Liz con sus quince años le dijo la verdad, juntas lloraron y con el tiempo su madre aceptó directamente el dinero que le ofrecía su hija para ayudarla.


Al graduarse como doctora Julia Rise se convirtió en una memorable doctora en la especialidad de ginecología. A pesar de su cuantiosa mejoría en el sueldo, Liz le entregaba dinero a su madre para los cuidados y cursos de su hermana. Esto requería un gran esfuerzo y energía, pues ser una alumna ejemplar no era problema, pero aun sí ella continuara haciendo trabajos extras a sus compañeros quienes le pagaban por sus honoríficos, cada vez se le hacía más difícil mantener la cuota mensual deseada, es por ello que decidida a mejorar la actual condición, fue a entregar currículos a cada tienda departamental cercana a la universidad.


No pasó una semana cuando la llamaron de cinco lugares distintos pidiendo que fuese a una entrevista, asistió a todas ellas pero siempre había una mujer más preparada que ella dispuesta a tomar el lugar. Liz no era una experta en áreas de estilismo, no tenía idea sobre aquello, no tenía el tiempo para estar pensando en aspectos que ella consideraba superfluos, pues comprendía la razón por la que no le seleccionaron para trabajar en dichas tiendas departamentales. Una semana después, el currículo llegó a manos de un restaurant café cerca de Butz Park, y de no ser por haber conocido a Darling Allen pocos días antes en unas circunstancias peculiarmente extrañas en un baile de beneficencia ella no habría calificado para ser la administradora del sitio.


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Esta es la primera historia de misterio y suspenso que estoy desarrollando. Estará compuesto por capítulos cortos. Actualizaré los viernes. Si quisieran que añadiera otro día para actualizar en la semana escriban en los comentarios.


Muchas gracias por su apoyo. Se les quiere y estima planetarios.

-Mirai.


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